lunes, 22 de julio de 2013

5 diciembre de 2008. as.com

Vidales: temperamento, método, vocación y fe

El revulsivo en el banquillo ofrece un perfil idóneo para la reacción


Profesional entregado
Javier Vidales vive su oficio y lo hace extensivo a su rutina personal. "Nunca dejo de pensar en fútbol", reconoce abiertamente. Obsesionado con perfeccionar sus métodos, no escatima horas y tiempo en ampliar conocimientos y reciclar información. Su etapa en el fútbol modesto tras emigrar de Mareo (Langreo, Segoviana, Lugo, Playas de Jandía...) le ha forjado una profesionalidad enfermiza.
Abierto a varios sistemas
Es un estudioso de la pizarra pero sin corsés. Le gusta que su equipo mande, tenga la pelota y mire de frente a la portería contraria erradicando retrovisores. Exige simetría con extremos abiertos y tiene querencia por las transiciones rápidas, con fútbol veloz. Podría utilizar un 4-2-3-1 o un 4-1-4-1. Con una referencia arriba, el sustento llega desde la segunda línea.
Diálogo y psicología
Cree en la persona antes que en el jugador. Concede una importancia capital a la interacción sana, sin que los egos perviertan su relación con el futbolista. Apela a la estima de los que juegan y mima con trato exquisito a los que les toca esperar. En su decálogo ocupa un lugar prioritario la motivación. Y la riega día a día.
Temperamento y puro nervio
Erróneamente, se atribuyen los gritos y gestos de Vidales en su sesión inaugural del miércoles al afán de protagonismo por salir en la foto. Así, de esa manera tan expresiva, también se aplicaba a diario en la más absoluta de las soledades mediáticas en La Pared cuando adiestraba al Playas. En entrenamientos y partidos somatiza como nadie los nervios y la intensidad del juego. Nació así.
Privilegiada base de datos
Su labor en la secretaría técnica, que le ha proporcionado contactos y amplitud informativa, ha aumentado sus perspectivas. En Segunda no sólo recita de memoria las alineaciones de todos los rivales. Conoce las opciones más utilizadas desde el banquillo, está al día de los automatismos de los entrenadores y controla como pocos las estrategias y acciones fundamentales.
Optimismo y carácter abierto
Es poco dado al discurso victimista y, ante los poblemas, huye de las coartadas. En una plantilla que conoce hasta el tuétano, su talante amable (que no reverencial) y ése optimismo congénito que lleva tatuado harán mucho bien. Sensible a la periferia del fútbol, cultiva el respeto por la afición y el entorno del equipo. Nunca resta.

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